Cuanto antes mejor: sobre el bilingüismo (about bilingualism)

El cerebro humano sigue siendo para la ciencia de hoy en día un puzle cuyas piezas no terminan de encajar. Cómo funciona el cerebro humano supone aún un enigma que los científicos tratan de resolver, por un lado con el fin de descubrir qué regiones de nuestro cerebro son las responsables de determinados actos, emociones y decisiones, pero por otro lado también se persigue ahondar más en el estudio (y la posible cura) de determinadas enfermedades mentales como el Alzheimer, tan dañinas para las personas.

Una de las actividades cerebrales que más se estudian es el proceso de asimilación del lenguaje, fruto de muy diversas teorías que se han venido postulando desde el siglo XIX. Qué mecanismos sigue nuestro cerebro a la hora de aprender la lengua materna, cómo es el proceso de asimilación de las estructuras lingüísticas, en definitiva, cómo aprendemos a hablar, sigue siendo un misterio para la ciencia y no hay una teoría unitaria y comúnmente aceptada que lo explique. Entre las más aceptadas se encuentra la teoría del innatismo de Noam Chomsky, filósofo estadounidense quien sostiene la teoría de que el ser humano ya posee una capacidad innata para aprender una lengua, esto es, que los niños nacen con una serie de aptitudes lingüísticas, orientadas a la comunicación, que se van desarrollando con mayor o menor intensidad en función del entorno. Pero la teoría de la capacidad innata no es la única. También teorizó acerca de la adquisición del lenguaje en los niños E. Lenneberg, lingüista y neurólogo alemán que estableció la teoría, hasta la fecha comprobada, de que existe lo que él llama un periodo crítico en los niños, durante el cual se desarrolla la adquisición del lenguaje. Este periodo comienza en el momento mismo del nacimiento, en cuanto comenzamos a recibir señales y asimilar nuestro entorno y finaliza en torno a los cinco o los seis años. Lenneberg afirma que, pasado este periodo, si el niño no ha asimilado ninguna lengua no será capaz de aprenderla ya nunca, por mucho que se someta a un estudio exhaustivo. La prueba de esto reside en determinados casos de niños que se han encontrado a lo largo de la historia fuera de un entorno civilizado, tras haber pasado su infancia lejos de las señales comunicativas normales. Los casos más famosos de estos niños salvajes (llamados así por la ciencia) son por ejemplo los de Victor de Aveyron (su caso fue llevado al cine por el gran cineasta François Truffaut); o el de Genie, una niña de trece años que fue encontrada encerrada y amarrada en su casa sin haber tenido contacto con el exterior ni con más personas que sus padres. Su historia está recogida en el documental ‘La niña Salvaje’.

Dicho esto, que consideramos que es importante como introducción, procedemos a centrarnos en el tema que anuncia el título de este post: el bilingüismo. Ya hemos dicho que hay un periodo de tiempo crucial en la infancia del niño para que éste aprenda su lengua materna, pero, ¿qué pasa cuando el niño aprende dos lenguas simultáneamente durante ese periodo? En los últimos años se han dedicado numerosos estudios a investigar cómo influye en la agilidad mental de un niño pequeño el verse inmerso en un estado de bilingüismo desde que nace. Los resultados no dejan lugar a dudas y resuelven que un niño bilingüe posee más agilidad mental para realizar determinadas tareas y  una mayor capacidad de concentración, que pueden llevar a cabo muchas actividades a la vez con más facilidad y que, en general, son más ‘elásticos’ mentalmente hablando.

A finales del pasado 2014 varias entidades internacionales publicaron diversos estudios acerca de este asunto. Investigadores de la Universidad de Northwestern  (en Evanston, Estados Unidos) determinaron que “los cerebros bilingües están mejor equipados para procesar información”. Otra estudio en este campo, en esta ocasión del Instituto de Aprendizaje y Ciencias del Cerebro de la Universidad de Washington, también estudia con ahínco el bilingüismo de EEUU (entre español e inglés), y analiza el proceso informal que desarrollan los niños para aprender varios idiomas a un tiempo.

Trasladándonos a este año, la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona publicó el pasado mes de febrero un estudio en el que también concluía que las personas que hablan sólo una lengua usan el cerebro de manera distinta que las personas que dominan dos. Los investigadores declaran que no hay diferencias a nivel de inteligencia entre las personas monoloingües y las bilingües pero sí a nivel de agilidad en determinadas atividades. Por ejemplo, las personas que sólo hablan una lengua presentaban en su estudio más rapidez de denominación, al contrario que los bilingües que, al tener que buscar en su cerebro un término entre las dos lenguas que dominan, lo hacían con menos rapidez; sin embargo, los bilingües presentaban más agilidad en otras tareas.

Una vez sabido esto, queremos lanzar nuestra conclusión. Ya hemos dicho que la etapa de la infancia (hasta los seis o siete años aproximadamente) es crucial para aprender una lengua. Pero todos sabemos que a nivel de aprendizaje, en general, es la etapa en la que más debemos inculcar a los niños la curiosidad por aprender, por aprender todo: arte, deporte, idiomas, lectura, música, ciencia… Es por ello que queremos resaltar la importancia de un niño aprenda dos lenguas desde pequeño. No sólo potenciará la actividad en determinadas regiones de su cerebro, también tendrá menos posibilidades de padecer Alzheimer de mayor, por ejemplo. Cerramos este post con una lista de ventajas que el bilingüismo aporta a los niños que aprenden dos lenguas desde que nacen:

1- La ya mencionada ‘elasticidad’ mental, que le permitirá realizar varias tareas a la vez, así como al mismo tiempo centrarse mejor en una sola actividad y abstraerse de las distracciones.

2-La inmersión cultural. Aprender la lengua de otro país va íntimamente relacionado con conocer la cultura del mismo. Los niños que aprenden dos lenguas desde pequeños son mucho más abiertos a conocer nuevas culturas, nuevas costumbres, nuevas tradiciones, nuevas personas. Esto es algo vital en el crecimiento y la madurez mental de una persona.

3-Aumento de la capacidad comunicativa. Saber expresarse en dos lenguas, conociendo las diferencias estructurales de ambas, permitirá dotará al niño de una capacidad de expresión, de redacción y de comunicación muy amplias y mejorará su comprensión lectora al mismo tiempo.

4-Mejora de la audición. Una persona cuyo oído está habituado a oír y entender dos idiomas tendrá una mayor facilidad a la hora de aprender un tercer idioma. El caso más habitual en España son las personas bilingües entre español e inglés que tienen que aprender, por ejemplo, francés, alemán… nuestro oído está mucho más preparado y predispuesto a percibir un idioma cuando ya lo hemos ido ‘enseñando’ a comprender dos lenguas desde pequeños.

5-Gimnasia mental contra enfermedades mentales. Cualquier actividad mental que se practique desde pequeños y que tenga vigencia toda nuestra vida es un estupendo ejercicio para prevenir enfermedades degenerativas como el Alzheimer. Tocar un instrumento de música desde pequeños, el deporte diario o el dominar dos lenguas es algo que nos acompañará toda nuestra vida, por lo que habituar a un niño a realizar esfuerzos mentales continuados (ya sea tocar el piano o tener que comunicarse en inglés y español en función del contexto, por ejemplo) es una lucha preventiva contra esos males de la vejez que tan dañinos son.

Expuestas estas ventajas, nos despedimos hasta el siguiente post esperando que os haya gustado la lectura.