Cómo traducir un texto en latín

 

En esta nueva entrada os proponemos unos pasos para traducir textos en latín* de la manera más sencilla y, sobre todo, más fiable posible. En muchos casos, la traducción se lleva a cabo de manera desordenada o se pierde demasiado tiempo en ella por no seguir un orden adecuado y acaba saliendo realmente mal. La traducción tiene un peso enorme en las asignaturas de lenguas clásicas, tanto que en sus exámenes de Selectividad correspondientes el texto supone la mitad de la nota. Es más, si tenemos en cuenta que las preguntas de morfología y sintaxis están sacadas del texto, comprender bien el mismo resulta importantísimo para conseguir el aprobado. Por todo ello, es importante tener a mano unos consejos para aprovechar mejor el tiempo y hacer más sencilla la traducción. Pero, antes de ponernos con ello, hay que dejar claras algunas cosas:

*La entrada está pensada para la traducción de textos en latín, pero los pasos y consejos son igual de válidos para griego.

La traducción y el latín como lengua

En primer lugar, tenemos que ser conscientes de que la traducción de textos es un defecto de nuestros estudios. Muchas veces se olvida que el latín y el griego clásico eran lenguas habladas igual que el castellano o cualquier otra lengua actual. Es decir, la gente se entendía sin necesidad de analizarse sintácticamente ni consultar una gramática, por increíble que a veces resulte. Por tanto, nuestro objetivo debe ser conseguir entender los textos leyéndolos, entenderlos tal cual. Si necesitamos traducir los textos es porque no sabemos latín o griego. Cada vez más profesores apuestan por métodos innovadores donde el griego y sobre todo el latín son enseñados de manera activa, como lenguas modernas. Los resultados son, sin duda, mucho mejores que los cosechados por el sistema de traducción, ya que los alumnos consiguen entender los textos sin necesidad de traducir.

El diccionario y el apéndice de gramática

Para conseguir entender los textos, aunque sigamos el sistema de gramática y traducción, hay que dejar de creer en la utilidad del diccionario y hay que aprender vocabulario, cuanto más, mejor. El diccionario no es un salvavidas. Suele ser vuestra perdición, en realidad. Si en una oración de diez palabras entendemos cinco, comprenderemos mejor la frase y estaremos pendientes de menos elementos, por lo que trabajaremos mucho mejor y perderemos mucho menos tiempo.

También hay que dejar de creer en la utilidad del apéndice de gramática del diccionario. Vuelve a ser una herramienta traicionera porque, si no se tienen nociones de gramática, si no se controlan con cierta habilidad las declinaciones y conjugaciones, difícilmente se sabrá buscar lo que se quiere encontrar. Yo solo recomiendo usar la parte de morfología, en la que vienen las declinaciones y las conjugaciones, la parte de sintaxis es mejor que no la uséis. Para poder manejarse bien con la sintaxis, lo más recomendable es usar el latín en la medida de lo posible, como si fuera una lengua viva. Yo recomiendo que escribáis cosas en un latín sencillo con la sintaxis y el vocabulario que vayáis aprendiendo. Si solo traducís, nunca llegaréis a interiorizar bien la sintaxis ni aprenderéis muchas palabras y, por tanto, nunca llegaréis a entender bien el latín.

 

clásico diccionario de latín

 

Dicho todo esto, si no nos queda más remedio que traducir textos, como en la EvAU, lo ideal sería resolver las traducciones siguiendo estos pasos:

1. Lectura atenta del texto, de la introducción y de las notas

El primer paso de toda traducción es leer atentamente el texto que vamos a traducir, ya que es probable que podamos entender de primeras mucho más de lo que imaginamos o, al menos, reconocer varias palabras o construcciones que luego nos ayudarán a simplificar el fragmento. En la práctica, la lectura del texto y del resto de elementos es de muchísima ayuda a la hora de elegir opción en el examen, ya que el texto supone la mitad de la nota.

Muchas veces, como en Selectividad, el texto lleva una pequeña introducción o título que pone en contexto el fragmento o explica un poco su contenido. Ese contexto nos puede ayudar a darle sentido a lo que ya hemos intuido en la lectura, así como a reconocer nombres propios o elegir la acepción adecuada al tema del que se habla cuando busquemos alguna palabra en el diccionario.

Por último, es recomendable leer las notas que aparecen bajo el texto. Muchas veces nos pueden aclarar algunas partes que no hemos comprendido en la lectura inicial. Otras veces, sobre todo en griego, pueden ayudarnos con el análisis de formas más difíciles. Una de las razones para echar un vistazo a las notas es simplemente ser conscientes de que están ahí. Muchos alumnos, más de los que me gustaría, han perdido un tiempo muy valioso o directamente han resuelto mal un texto por no darse cuenta de que había notas.

Este es el texto que vamos a usar como ejemplo:

 


 

2. División del texto en oraciones

Aunque resulta tentador, es un gran error lanzarse a buscar palabras en el diccionario desde el principio. Es mucho más útil dividir el texto en partes más pequeñas, más abarcables y, por tanto, más sencillas de traducir. Dividiremos el texto en oraciones fijándonos en las pausas fuertes: puntos, dos puntos, puntos y comas, signos de interrogación… En el texto impreso basta con que hagamos una marca para separarlas. Nuestro texto, entonces, quedaría dividido en dos oraciones:

 

 

3. Búsqueda de verbos

El siguiente paso en nuestra traducción consiste en encontrar todas las formas verbales, tanto las formas personales como las no personales. En otras guías como esta se recomienda comenzar buscando primero las formas personales y luego continuar con las no personales. Yo creo que puede hacerse todo al mismo tiempo, aunque depende de la comodidad o preferencia de cada uno. Conviene recordar que, salvo algunos pasos muy elementales, no existe una única manera de traducir y es conveniente que cada uno encuentre el método que mejor le funcione.

Llegados a este punto, conviene recordar que hay que saber distinguir entre formas personales y no personales para dar este paso correctamente. Como resumen:

  • Los verbos en forma personal son los que tienen desinencias personales:
    • voz activa: -o/m, -s, -t, -mus, -tis, -nt
    • voz pasiva: -r/or, -ris/re, -tur, -mur, -mini, -ntur
    • pretérito perfecto de indicativo: -i, -isti, -it, -imus, -istis, -erunt/ere
  • Los verbos en forma no personal son el infinitivo, el participio, el gerundio, el gerundivo y el supino

Dentro de las formas no personales hay que prestar especial atención a los infinitivos (que crean subordinadas) y a los participios (que acompañan a un sustantivo y pueden también crear subordinadas).

Dicho todo, nuestro texto, ya dividido en dos oraciones, quedaría así:

 

 

4. Marcar los nexos

Si nos encontramos con varios verbos en forma personal en una misma oración, estamos ante una oración compuesta, lo cual suele ser bastante habitual. Las oraciones compuestas son de tres tipos: yuxtapuestas, coordinadas y subordinadas. Salvo las yuxtapuestas, que no tienen nexo, las coordinadas y subordinadas sí presentan nexos o pronombres que las introducen. Para saber qué tipo de oraciones compuestas tenemos, debemos encontrar los nexos para delimitar aún más la estructura de nuestras oraciones. El texto quedaría así:

 

 

Después de señalar los nexos, tenemos que reconocer en la medida de lo posible (porque hay nexos polivalentes como ut o cum) qué oración coordinada o subordinada introducen. Si lo hacemos en nuestras oraciones, nos quedaría este esquema: tres oraciones coordinadas y una oración compleja con varias subordinadas:

 

 

5. Análisis morfológico de las palabras restantes

Al igual que con las formas verbales, muchas veces se dice que lo primero que hay que buscar cuando hemos localizado los verbos y la estructura de las oraciones es el sujeto. Yo creo que pueden analizarse directamente todas las palabras restantes, entendiendo como análisis saber lo suficiente de la morfología de una palabra para establecer su función en la frase. Veremos también como a medida que vayamos practicando, iremos cogiendo mayor soltura a la hora de analizar las palabras y llegaremos finalmente a un punto en el que no tengamos que pensar en exceso la morfología una palabra para saber cuál es su caso, si lo tiene, o su función.

Es evidente que para cumplir este punto con soltura hay que dominar la morfología o, al menos, saber lo suficiente como para poder buscar con seguridad en el apéndice gramatical. Es más, es en este punto en el que podemos comenzar a usar el diccionario para buscar los enunciados de algunas palabras que no sepamos deducir o algunos significados que nos ayuden a clarificar las funciones que no estén claras. Aconsejo el análisis oración por oración de las que hemos ido acotando en los anteriores puntos.

De nuestro texto, pongo sólo como ejemplo de análisis la última oración, por ser la más compleja:

 

 

6. Búsqueda en el diccionario

Es este el momento de usar el diccionario, cuando tenemos clara la estructura y la organización del texto. De nuevo, si tenemos una buena base de vocabulario, esta fase (y todas las anteriores) se nos hará mucho más sencilla. Hay que tener especial cuidado para elegir los significados de las palabras que mejor nos vienen para la traducción. Para ello, es importante conocer bien el contexto en el que nos movemos, mediante lo que sabemos por el propio texto y por la introducción o las notas que se ofrecen.

 

un estudiante busca en un diccionario

7. Redacción de la traducción

Por último, debemos escribir nuestra traducción. A la hora de pasar el texto a nuestra lengua tenemos que tener en cuenta que orden de palabras no siempre coincide, que algunos tiempos verbales no se usan igual o que en latín no hay artículos, entre otras cosas. En definitiva, tenemos que ser conscientes de las diferencias entre una lengua y otra y adaptar el mensaje en latín lo mejor posible al castellano. Se suele decir que hay que intentar ser lo más literal posible, pero modificando el texto lo suficiente para salvar esas diferencias que harían el texto muy extraño a nuestros oídos. Por último, y como opinión personal, recomiendo evitar la pedantería y la retórica exagerada que muchas veces empapan las traducciones de textos clásicos. La mejor manera para traducir el texto lo más fiel posible a nuestra lengua es, de nuevo, conocer el latín lo mejor posible.

Finalmente, nuestro texto quedaría así traducido:

Los helvecios ya habían llevado sus tropas por los desfiladeros y el territorio de los secuanos, habían llegado al territorio de los eduos y asolaban sus campos. Los eduos, como no podían defenderse ellos mismos ni sus cosas, envían embajadores a César para pedir su ayuda.