Sobre el lenguaje natural humano

 

“-Señor, ¿quiere vuestra merced darme licencia que departa un poco con él? Que después que me puso aquel áspero mandamiento del silencio, se me han podrido más de cuatro cosas en el estómago, y una sola que ahora tengo en el pico de la lengua no querría que se malograse.”

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Libro I, capítulo XXI. Miguel de Cervantes.

Como de todos es sabido, el lenguaje está presente en nuestras vidas de una manera esencial, constante, vital. Comunicarse con otros seres vivos no necesariamente humanos parece ser la mayor necesidad que tiene el hombre incluso cuando se halla solo (nuestro querido amigo Sancho ha expresado muy bien esa necesidad). Todos los seres vivos del planeta tienen su propia manera de comunicarse con el medio que les rodea, pero solo la raza humana ha desarrollado más de seis mil lenguas habladas y otros muchos sistemas de comunicación no hablados.

Mucho tiempo y mucho trabajo han sido y son dedicados a investigar de dónde nos viene esa capacidad que tenemos para el lenguaje, para la comunicación, qué procesos intervienen en nuestra mente a la hora de adquirirlo y exteriorizarlo, y en qué se diferencia del desarrollo de otras habilidades. Hay quienes hablan de instinto, o de una capacidad innata; otros buscan el origen en los genes (y parecen haberlo encontrado); los hay que optan por identificar el lenguaje como el desarrollo de una conducta o un comportamiento… Vamos a redactar en esta entrada una breve lista con las principales teorías que tienen como objeto de estudio el lenguaje natural humano, hablando brevemente de ellas y exponiendo sus pros y sus contras. Tenemos varios tipos de teorías:

-Teorías innatistas: El lingüista norteamericano Noam Chomsky revolucionó el panorama lingüístico del siglo XX con sus trabajos. Su teoría gira en torno a lo que él llamó la facultad del lenguaje, es decir, una capacidad innata que ya está presente en nosotros desde que venimos al mundo. Chomsky defiende que la existencia de esta facultad se comprueba en el hecho de que un bebé, nacido en cualquier parte del mundo y sin importar su raza ni sus capacidades intelectuales (hasta cierto punto), puede aprender la lengua del lugar en el que haya nacido. Y si esto es así, todas las lenguas deben de tener algo en común que permita que sean aprendidas o adquiridas. A este algo Chomsky lo llamó Gramática Universal, definida como un conjunto de rasgos, elementos y reglas presentes en todas las lenguas que, al ser combinados de determinadas maneras, permiten una comunicación coherente.

Cabe destacar también a Jerry Fodor, filósofo y psicolingüista estadounidense que aportó también importantes trabajos al campo de la filosofía del lenguaje natural humano apoyando, entre otras, la teoría de Chomsky (aunque llevada al extremo). Fodor desarrolló la teoría de la modularidad de la mente en la que defiende que para conocer un concepto es preciso tenerlo ya previamente presente, es decir, que sea innato. Para Fodor, el aprendizaje conceptual solo puede ser entendido como formación y confirmación (o refutación) de hipótesis, sobre la base de un proceso de generalización inductiva. Aplicada esta teoría al aprendizaje lingüístico, el planteamiento de Fodor viene a defender que para aprender un lenguaje es preciso disponer de un lenguaje previo, de un medio de expresión para la formulación de las hipótesis.

-Teorías cognitivas: El psicólogo suizo Jean Piaget destaca en el marco del enfoque cognitivo con su teoría de que el lenguaje está subordinado al pensamiento y condicionado por el desarrollo de la inteligencia en el niño. Piaget sostiene que pensamiento y lenguaje van por separado (o al menos, no al mismo tiempo) ya que, según él, la inteligencia se desarrolla desde el nacimiento y antes de que el niño hable, de manera que el niño aprende a hablar a medida que su desarrollo cognitivo aumenta. Parece que esta teoría complemente en cierto grado a las que proponen los innatistas, en el sentido de que junto a la competencia lingüística (innata) es también necesaria una competencia cognitiva (en el caso de la teoría de Piaget) que permita al individuo responder a los estímulos que recibe del exterior y también a aumentar su creatividad en la creación de reglas a partir del uso y dominio que adquiera y desarrolle del lenguaje (por ejemplo, la creación de participios acabados en –ido a partir de reglas ya conocidas: romper -> rompido y no roto).

Por otro lado, Steven Pinker va más allá de las teorías que hablan de facultades o capacidades y define el lenguaje natural humano como un instinto. Dice así: “[…] algunos científicos cognitivos han definido el lenguaje como una facultad psicológica, un órgano mental, un sistema neural y un módulo computacional. Sin embargo, yo prefiero un término más pintoresco como “instinto”, ya que esta palabra transmite la idea de que las personas saben hablar en el mismo sentido en que las arañas saben tejer sus telas”.

El problema reside en que esa capacidad no se desarrolla si la privamos de un entorno social, y es que parece que el hombre no es un animal creado para estar solo. Así, del mismo modo que una abeja que danza para dar información exacta sobre el alimento necesita de un grupo que reciba la información, una persona necesita también que su desarrollo lingüístico sea compartido por otros de su especie. Esto enlaza con las teorías sociológicas.

-Teorías sociológicas: El representante principal es M.A.K. Halliday, lingüista inglés que rechaza por completo el innatismo de Chomsky y sostiene que aprender a hablar es aprender a significar. Esta teoría se basa en que el significado es un factor determinante de los inicios del lenguaje infantil, en que los procesos interactivos son quienes explican este lenguaje. Halliday, como otros, concibe la adquisición del lenguaje como un proceso evolutivo a partir de una serie de funciones básicas.  Estas funciones se dividen en tres etapas. La primera, fundamental para el desarrollo cognitivo, consiste en el aprendizaje de funciones extralingüísticas (instrumental, imaginativa, informativa…). En la segunda aparecen ya ciertos usos del lenguaje, con un rápido avance en la adquisición de léxico y sintaxis y en el dominio del diálogo. Y en la tercera, se produce la adecuación del lenguaje infantil al del adulto.

-Teorías conductistas: La perspectiva conductista también ha aportado importantes teorías al estudio de la adquisición del lenguaje. Está estrechamente relacionada con las teorías sociológicas, pero dentro de una línea aún cognitiva. El nombre que primeramente hay que destacar es el de B. F. Skinner, psicólogo estadounidense que basó su teoría en el análisis de las conductas observables, en la que la mecánica principal era el esquema de estímulos- respuestas externos. Es una posición empirista. Para Skinner, la adquisición del lenguaje es similar a la interiorización de una serie de reglas de conducta que el niño asume mediante la observación, la imitación y la corrección de los adultos de su entorno. Esto significa que para Skinner, el aprender el lenguaje es en gran medida un proceso de imitación, y en esta idea encontramos la primera crítica, hecha por Chomsky, que defendió la capacidad innata del lenguaje en contraposición a la concepción imitativa de Skinner, ya que, como se ha dicho anteriormente, la teoría conductivista anula, por sí misma, toda posibilidad de creatividad en el niño, lo cual hace que no se pueda avanzar en el proceso de aprendizaje/adquisición. Para que un niño sea capaz de decir “rompido” sin que nadie le haya enseñado la regla de formación de participios, no podemos basarnos en simples reglas de imitación. Se necesita algo más, y ese algo más para Chomsky y sus seguidores es la capacidad innata que ellos defienden que existe.

 -Teorías biológicas: La teoría del innatismo de Chomsky encontró su mejor complemento cuando Lenneberg desarrolló en los años sesenta su hipótesis del período crítico, según la cual el desarrollo de la adquisición de nuestra L1 ha de darse dentro de un período concreto de nuestra vida, y en una serie de circunstancias sociales concretas. Una vez concluido este periodo crítico, habremos adquirido nuestra lengua en su plenitud. Esto se da llegada la pubertad (momento en que terminan la lateralización hemisférica y la plasticidad cerebral). Para justificar su teoría, Lenneberg se basa en el hecho de que en la Naturaleza ya hay otras especies animales que requieren de un período crítico para desarrollar ciertas capacidades, sin las cuales no podrían subsistir (casi podríamos hablar de instintos). Los ejemplos que él da son el canto del pinzón o el reconocimiento de la madre en las ánades, pero podemos mencionar a las abejas y sus conocimientos de trigonometría, o el desarrollo de la visión binocular y del sistema vestibular en algunos mamíferos.

Pero el hecho que con más peso apoya y verifica esta teoría es sin duda el descubrimiento en los años noventa del siglo pasado del llamado gen FoxP2. Hace unos diez o doce años, un grupo de neurólogos descubrió un problema del habla en algunos miembros de una familia británica, hallándose con que aquellos que mostraban dicho problema (llamado discapacidad específica del lenguaje) tenían un gen mutado, que era el gen FoxP2. Resultó que este gen afecta únicamente al lenguaje, y, aunque está presente en otras especies animales, en los humanos se encuentra ligeramente mutado. Se siguió investigando y se ha descubierto que probablemente el gen FoxP2 estaba presente en los neandertales y que mutó hace entre unos ciento cincuenta mil y doscientos mil años, pero además de ello, se piensa que el ADN mitocondrial del gen era de una hembra. Y si esto llegara a ser cierto, entonces estaríamos hablando de la madre de nuestra especie, que ya portaba consigo el gen del lenguaje, y la expresión “lengua materna”, cobraría un significado verdaderamente literal.

En conclusión, podemos declarar que si hemos llegado hasta el terreno de la genética en la búsqueda del origen del lenguaje natural humano, hemos de pensar que, efectivamente, tuvimos que adquirir la facultad del lenguaje en algún momento de nuestra evolución, y eso significa que tuvieron que darse una serie de cambios que afectaron a nuestro aparato fonador (el cual resulta especialmente apto para modular el sonido) y que esos cambios tuvieron que llevar consigo también modificaciones en nuestro cerebro que nos permitieran realizar la nada simple tarea de procesar información y dar las órdenes pertinentes a nuestros músculos para que conviertan esa información en palabras.