Los Miserables y el siglo XIX

En nuestra serie de entradas de pelis y series históricas, hoy toca el siglo XIX francés. Y no podíamos hablar de este siglo sin mencionar la obra más representativa de esta época: Los Miserables. Los Miserables es la obra cumbre del escritor romántico Victor Hugo, aunque a nuestros lectores seguramente les suene más por el musical.

Pero, ¿qué cuenta Los Miserables? Tomando palabras de nuestra amiga la Wiki, podemos decir que Los Miserables es una novela histórica y política en la que sus personajes viven la llamada Rebelión de junio de 1832 y los posteriores cambios políticos. Pero no es únicamente esto. Al margen del contexto en el que se desarrolla la historia, Los Miserables, en un estilo romántico, plantea a través de su argumento un razonamiento sobre el bien y el mal, sobre la ley, la política, la ética, la justicia y la religión.

El autor confesó que se había inspirado en Vidocq, criminal francés que se redimió y acabó inaugurando la Policía Nacional francesa, para crear a los dos protagonistas y que la historia de su país le había inspirado para situar el contexto histórico. Además, el autor analiza los estereotipos de aquel momento y muestra su oposición a la pena de muerte. En su núcleo, al fin, la novela sirve como una defensa de los oprimidos sea cual sea el lugar o situación socio-histórica que vivan.

La historia narra varias “subhistorias” que se entrecruzan.

La acción comienza en 1815 con la puesta en libertad de Jean Valjean, el protagonista de la obra, después de haber estado preso durante diecinueve años tras haber sido juzgado por robar pan para alimentar a su familia. Su situación de ex convicto lo deja en unas circunstancias muy crudas cuando, al salir de su cautiverio, Valjean intenta buscarse la vida: en cada ciudad que pasa le niegan cualquier tipo de asistencia tras mostrar su pasaporte amarillo, marca de ex convicto universalmente repudiada y rechazada. Valjean únicamente encuentra amparo cuando llega a la residencia del obispo Bienvenue Myriel, el obispo de Digne. Durante su estancia en la casa del obispo, Jean Valjean, atormentado por un sentimiento de amor-odio hacia todo lo que le rodea, decide robarle al obispo su vajilla de plata y sale huyendo con ella. No obstante, es descubierto, arrestado, y llevado ante el obispo. Pero Myriel, lejos de tomar represalias, le dice a la policía que fue él mismo quien regaló esa vajilla a Valjean. Le entrega dos candelabros de plata y le insta a prometer que redimirá su vida y se transformará en una persona de bien.

Valjean, anonadado, acepta los dos candelabros de plata y desde el momento en que se aleja del monasterio, decide cumplir su promesa. Reaparece en el otro extremo de Francia, bajo el nombre de Monsieur Madeleine y realiza su autorrescate: enriquecido por medios honestos, se convierte en el benefactor de la ciudad de Montreuil-sur-Mer y es nombrado alcalde.

En paralelo a la historia de Jean Valjean, tenemos la historia de Fantine, una madre soltera que, tras perder su puesto en la fábrica donde trabajaba, se ve obligada a prostituirse, vender y pelo y sus dientes. Todo su afán es poder enviar dinero a su hija Cosette, a quien dejó con los Thénardier, una familia que regenta una taberna y tiene a Cosette bajo su cargo mientras Fantine les envía dinero para ella.

Mientras Jean Valjean asciende en su proceso de redención, Fantine se va sumiendo en la miseria.

La señora y el señor Thenardier carecen de honradez y representan la pura maldad. El señor Thenardier presume de haber sido un héroe veterano durante la Batalla de Waterloo, cuando en realidad mientras intentaba robar las pertenencias de los soldados caídos se topó con un oficial que todavía estaba vivo, y por remordimientos le salvó. Sin embargo, también son padres de Éponine, una niña de la edad de Cosette cuyo heroísmo y valores se resaltarán más adelante en la obra.

También en paralelo a estas historias encontramos al personaje de Javert, el carcelero de Jean quien, implacable y rígido, pone todas sus energías en cumplir la ley, que para él se su religión. Toda su acción está centrada en un único objetivo: perseguir a Valjean y arrestarlo por haber roto su pasaporte amarillo y, con ello, haber roto su libertad condicional.

En medio de todo esto, Jean Valjean se cruza en su camino con Fantine, quien le cuenta toda su tragedia, le habla de su hija Cosette y le pide que se haga cargo de la pequeña cuando ella, Fantine, haya muerto.

Valjean va a la posada de los Thenardier, se lleva a Cosette, que había sido la sirvienta del matrimonio desde que pisó la taberna por primera vez, y juntos emprenden su nueva vida como si fueran padre e hija.

Por otra parte y mientras tanto, en el aspecto más político de la obra, se nos presentan a los personajes de Gavroche y Marius. Gavroche es un muchacho digno de ejemplo, ya que, aunque ha pasado por situaciones de hambre y pobreza, es gentil, generoso y con ideas revolucionarias. También es un hijo abandonado de los malvados Thénardier. Marius es un joven influido por los ideales liberales que quiere unirse a grupos revolucionarios.

Jean Valjean se marcha del convento para no privar a Cossette de las libertades del mundo exterior y alquilan una pequeña casa. Un día, Marius ve a Cosette y se enamora perdidamente de ella.

Para no contaros el final, nos quedaremos en lo siguiente: el pueblo se levanta liderado por el general Lamarque y todos luchan por la revolución (ver el vídeo de la película-musical). Valjean rescata a Marius de unas graves heridas y lo lleva a casa de su abuelo. Le perdona la vida a Javert.