Cómo hacer un comentario de texto teatral o dramático

 

Un comentario de texto teatral difiere un tanto del comentario de otros textos literarios. La diferencia fundamental reside en la concepción misma del texto: los textos teatrales no están pensados para ser leídos sino que son creados para ser representados. Esto nos sitúa delante de algunas peculiaridades que hay que tener en cuenta y saber manejar bien para redactar el comentario adecuadamente. Una serie de elementos nuevos se introducen en el escrito, como las acotaciones, y otros elementos como el autor o narrador, desaparecen.

Como en los demás textos, sí se sigue la repartición entre estructura externa e interna, pero atendiendo a rasgos distintos.

Dentro de la estructura externa la labor consiste en separar los llamados elementos textuales de los elementos no textuales. Los primeros son, literalmente, las palabras que se dicen dentro de la escena, normalmente articuladas por algún personaje. Los elementos no textuales están conformados por las acotaciones escénicas, es decir, el texto introductorio que describe brevemente la escena en la que se va a desarrollar la acción de los personajes; es decir, las acotaciones hacen la descripción escenográfica. Aunque depende de la edición del libro, las acotaciones suelen ir en cursiva y entre paréntesis, por lo que son fácilmente reconocibles.

Dentro de la estructura interna nuestro trabajo para el comentario consiste en resaltar y analizar aquellos elementos formalmente relevantes que componen el texto dramático. Estos elementos son las acotaciones (aunque las identifiquemos en el análisis de la estructura externa), las coordenadas espacio-temporales, las convenciones teatrales, los diálogos y el lenguaje literario del texto. Vamos a desglosarlos:

  • Acotaciones –> Su finalidad es guiar y orientar para la puesta en escena de la obra, para su escenificación. Deberían gozar de un carácter objetivo y meramente descriptivo, pero depende mucho del autor; frente a la precisión y la minuciosidad de algunos autores encontramos la parquedad de otros. Además, las acotaciones no siempre gozan de ese carácter objetivo, muchas veces superan esa línea y se impregnan de multitud de valores literarios. Por lo tanto, ya tenemos mucho para empezar a comentar; podemos comentar las diferencias que se observan entre las acotaciones del autor con respecto a otros de su época, los elementos literarios, los no literarios y, sobre todo, la posibilidad o imposibilidad de representación que presentan.
  • Coordenadas espacio-temporales –> ¿Cuántos espacios dramáticos exige la llamada unidad de lugar? ¿Uno solo, más de tres…? ¿Cuál es el valor literario, dramático, escénico, de cada uno de estos espacios? La respuesta a estas preguntas debe aparecer en nuestro comentario a modo de análisis. Asimismo, la llamada unidad de tiempo plantea las mismas preguntas y algunas otras: ¿cuál es la duración interna de la obra? ¿cuántas partes establecen la repartición temporal? Generalmente, se han utilizado los entreactos, o los cambios de escena, para hacer pasar el tiempo conveniente al desarrollo del conflicto. El tiempo dramático viene establecido, a veces, en las acotaciones iniciales de cada obra o escena. También es frecuente que venga dado por el diálogo de los personajes. Además, hay que considerar que el tiempo tiene que ver también con un tiempo psicológico, en cuanto afecta a los personajes. En las obras dramáticas, los cambios de actitud, las reacciones ante determinados hechos o palabras, son rapidísimos. Eso jamás sucedería en la vida corriente. En este sentido, se podría hablar de una concentración temporal.
  • Convenciones teatrales –> El lenguaje dramático tiene establecidas unas convenciones entre la representación y el espectador. La más utilizada de todos es el aparte: un personaje pronuncia unas palabras que oye el espectador y, evidentemente, los actores que están en ese momento en escena, pero no los personajes que representan. El espectador conoce así más elementos que los personajes. El aparte suele reflejarse poniendo entre paréntesis las palabras del personaje y conlleva una determinada actuación, en connivencia siempre con el público. Es una manifestación más de la distancia que hay del texto dramático a la representación. Con ello, el dramaturgo pretende que contemplemos la escena desde “el punto de oído” del personaje principal.
  • Diálogo –> Es el único medio que presenta el texto teatral. La intervención de cada personaje viene antecedida de su nombre, pero no aperecería en la representación. Todas las posibilidades expresivas y figuras literarias se reducen a él. Mediante el diálogo se debe analizar el conflicto dramático y el carácter y actitud de los personajes. 

-El conflicto:  Es elemento de análisis fundamental en todo fragmento dramático. El conflicto hace referencia a las fuerzas contrapuestas que hacen avanzar el desarrollo argumental del drama. Sin conflicto no hay teatro. Aparecerán dos posturas contrarias, que habrá que descubrir. Pueden manifestarse explícitamente o hallarse implícitas en otras situaciones, anteriores o posteriores, de la obra.

-Personajes: La caracterización de los personajes viene dada por el lenguaje que utilizan. A ello hay que sumar, si aparecieran en el texto ( en las acotaciones o en los datos que aporte el diálogo ), las referencias a su características físicas, psíquicas, vestuario, etc.

  • Lenguaje literario –> El análisis del lenguaje literario es el apartado más arduo de elaborar. Presenta múltiples rasgos y es difícilmente delimitable, por cuanto los recursos son muy variables. Además, conviene ir aunando estos rasgos con la estructura externa y con sus valores significativos, pues una enumeración de elementos literario sin valor significativo carece de todo interés. Para realizar debidamente un comentario de texto dramático se deben evitar estas listas y explicaciones que no aportan nada sobre el texto. Habrá siempre que buscar su valor poético, el cual radicará en el uso de de figuras literarias y en el valor expresivo que aporten los materiales lingüísticos. En realidad no son dos aspectos distintos, sino que están funcionando en el mismo plano. La distinción es puramente metodológica.